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Cinco claves para no botar nada: expertos entregan consejos para reducir el desperdicio de alimentos en casa

En el marco del Día del Medioambiente, expertos enseñan cómo evitar que la comida termine en la basura.

Conservación de los alimentos

Conservación de los alimentos / Kinga Krzeminska

En el marco del Día Mundial del Medioambiente, distintas organizaciones y especialistas levantaron la voz para alertar sobre el impacto ético, ambiental y social del desperdicio de alimentos. Y entregaron prácticas concretas para avanzar hacia una cocina más sustentable.

Según cifras de la FAO y del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), cerca de un tercio de los alimentos del mundo se pierde entre la cosecha y el consumo. Esta realidad, además de afectar la seguridad alimentaria de millones de personas, contribuye significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero y al deterioro de los ecosistemas.

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“El desperdicio de alimentos es una triste paradoja en un mundo donde millones pasan hambre”, afirma Uri Colodro, coordinador de Cambio Climático y Ciudades de WWF Chile. “Reducir el desperdicio es una de las formas más efectivas de proteger el planeta y avanzar en el combate contra el hambre”.

Para abordar este problema, WWF Chile y Cheaf lanzaron la campaña “Hasta la última miga”, que busca concientizar a la población y entregar herramientas prácticas para disminuir los residuos alimentarios en el hogar.

Una de las principales voceras de esta cruzada es la cocinera Camila Peñaloza, conocida en redes como @Antojista. En sus talleres y charlas promueve hábitos simples pero efectivos, como organizar la despensa, planificar las compras y entender cómo conservar y aprovechar cada ingrediente: “Reducir el desperdicio de alimentos tiene un impacto integral en lo emocional, económico, ambiental y en nuestra conciencia del entorno”.

Utilizar primero lo más antiguo del refrigerador

Entre las recomendaciones más destacadas está la compra consciente, priorizando los alimentos de temporada; utilizar primero lo más antiguo del refrigerador; almacenar correctamente los restos de comida, y rescatar productos que ya no se usarán, donándolos o dándoles un segundo uso.

“Cada pequeña acción, como congelar una salsa o usar verduras pasadas para un caldo, puede marcar una diferencia”, concluye Peñaloza. “No se trata solo de salvar comida, sino también de cultivar una cultura del respeto hacia el alimento y hacia quienes no lo tienen garantizado”.

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