Estudio muestra que 76% de las personas trans han sido discriminadas por su identidad de género
A pesar de algunos avances, la realidad de miles de personas de la diversidad sexual y de género en Chile sigue marcada por la negligencia estructural, el desconocimiento profesional y la patologización encubierta en la atención de salud.

Getty Images / Vladimir Vladimirov
Durante junio, se conmemora en Chile y el Mundo el Mes del Orgullo, instancia en la cual se busca visibilizar las problemáticas y desafíos con la comunidad LGBTQIANB+.
En ese sentido, uno de los problemas que persiste de forma alarmante en nuestro país es la falta de acceso a servicios de salud mental seguros, afirmativos y culturalmente competentes para la población
Las brechas en el sistema sanitario afectan directamente el bienestar emocional y físico de estas comunidades, generando un impacto profundo y, muchas veces, silenciado.
Revisa también:

Así lo señaló Jaime Méndez, psicólogo clínico Especialista en Diversidad Sexual y de Género en ADIPA. “La discriminación social actúa como una forma estructural de violencia que se inscribe en las corporalidades y subjetividades, afectando profundamente la salud mental”, dijo.
“El rechazo familiar, la exclusión escolar, el acoso callejero, la precarización laboral y el discurso de odio mediático configuran un entorno que vulnera cotidianamente el bienestar psíquico y físico de las personas LGBTQIANB+”, agregó.
En esa línea, el profesional explica que una atención psicológica afirmativa no busca “corregir” ni “imponer” la identidad de género u orientación sexo afectiva en las personas. Por el contrario, parte desde el respeto radical por la dignidad, la autodeterminación y la diversidad humana.
“Implica el uso de un lenguaje respetuoso, de un acompañamiento ético, de la integración de enfoques interseccionales que consideren género, clase, raza, edad y territorio y finalmente la comprensión de que vivimos en una sociedad que nos ha impuesto un modelo binario de existencia, que asume las vivencias cisgénero y heterosexuales, que es sexista y que a pesar de que está enraizado en la estructura podemos trascenderlo en nuestras prácticas profesionales”, aseveró Méndez.
La falta de formación de parte importante del personal sanitario genera efectos como el abandono de procesos terapéuticos, incremento del malestar psíquico, y en casos más graves, autolesiones e intentos de suicidio.
Según la encuesta T de OTD Chile en el año 2017, más del 76% de las personas trans han sido discriminadas por su identidad de género, y más del 50% ha recurrido al auto-daño como forma de respuesta emocional.
Ahora bien, según el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), en su último Informe Anual de Derechos Humanos, el 80,9% de las personas LGBTQ+ ha sufrido discriminación a lo largo de su vida, y el 57,7% en el último año. Además, el 38,6% de las personas LGBTQ+ se ha autolesionado al menos una vez en su vida debido a la discriminación, y el 17,7% ha intentado suicidarse.
“Este contexto se traduce en una mayor prevalencia de sintomatología ansiosa, depresiva, conductas de aislamiento e incluso ideación suicida. La discriminación social impacta directamente en la salud mental, al generar sentimientos de vergüenza, aislamiento, ansiedad y temor a la violencia. El estigma, tanto en los espacios sanitarios como en la vida cotidiana, puede internalizar y producir sufrimiento subjetivo sostenido”, manifiesta el profesional de ADIPA.
Si bien Chile ha dado pasos importantes, como la Ley de Identidad de Género, aprobada en diciembre de 2018, la que reconoce y da protección al derecho a la identidad de género, y algunas iniciativas locales de atención inclusiva, aún persiste una deuda estructural profunda en materia de salud mental.
La salud mental no puede seguir siendo un privilegio ni un lugar de exclusión. Garantizar espacios terapéuticos seguros para la comunidad es una cuestión de derechos humanos y de dignidad.